Durante la mañana del 3 de diciembre de 1894, había estado trabajando , duramente como de costumbre, en su obra Weir of Hermiston. Al caer la noche, mientras conversaba con su mujer e intentaba abrir una botella de vino, exclamó de repente, preguntando a su esposa “¿Que és esto?...¿se me ve algo extraño en la cara?..y cayó fulminado, a causa de un colapso, junto a ella. Murió a las pocas horas, probablemente de una hemorragia cerebral, a la injusta edad para morir de 44 años.
Lo más paradójico del caso es que, desde la temprana edad de 23, Tusitala convivió con la sombra de la muerte. Justo después de licenciarse brillantemente en Derecho por la universidad de Edimburgo ( carrera que jamás practicó) y pasar su examen de estado para poder ejercer, varios médicos de su ciudad natal convinieron en que la extrema gravedad de su tuberculosis le daba pocos meses de vida. Ante ese veredicto de muerte casi inmediata, fue probablemente como el buen hijo y brillante estudiante decidió que pasaría el resto de la -que esperaba como corta- existencia terrenal dedicándose a sus dos mayores pasiones viajar por el mundo...y escribir.
Robert Lewis Balfour Stevenson, nacido en Edimburgo el 13 de noviembre del año del señor de 1850, hijo de Thomas ingeniero, y Margaret, sus labores,… fue durante toda su vida prisionero de muchas cosas. En algunos casos, esas esclavitudes personales supusieron un estímulo para liberarse y despegar como un cohete, en otros, le acabaron llevando a la tumba…
Las enfermedades respiratorias ( diagnosticos erráticos nos hablan tanto de de tuberculosis,como de bronchiectasis o incluso sarcoidosis) le depararon una niñez en la que siempre estaba recluido en casa y en la cama. Si a eso le añadimos la influencia de su nanny , Alison Cunnigham, que constantemente le estaba leyendo cosas, desde la Biblia hasta las obras de John Bunyan … con pocas visitas infantiles, ….no le quedó otro remedio que el de ejercitar la imaginación para sobrellevar esas etapas de una existencia por completo anómala, cosa que a la larga le beneficiaría en su carrera de novelista.
Como ya he comentado, Stevenson se licenció brillantemente en Derecho, aunque su primera opción universitaria fuera la carrera profesional familiar, la ingeniería, que abandonó en primer curso. Justo es reconocer que aunque era un tipo brillantísimo fue también un estudiante con fama de golfo y crápula siendo sus juergas y sus borracheras mucho más frecuentes que lo que hubiera sido normal. La afición por el alcohol hasta extremos autodestructivos le perseguiría toda la vida …. hasta el punto que minutos antes de caer fulminado por el ataque de apoplejía que le condujo a la tumba, llevaba una botella de vino en su mano.
Así pues, a la edad de veintitrés años, en 1873, en ese momento clave de su vida en que queda deshauciado por los médicos, viaja a Francia y allí es donde conoce a la que será su compañera, Fanny Osbourne , una norteamericana trece años mayor que él, separada y madre de tres hijos, con la que contrae matrimonio el 19 de mayo de 1880.
La obra literaria de Stevenson había comenzado ya hacía algún tiempo –bien que con relatos de viajes y ensayos-, revelando en él a un escritor de gran sensibilidad creativa y ameno lenguaje apto para todos los públicos, pero es a raíz de su boda, -quizás debido a una orientación de su carrera a caminos más comerciales y “alimenticios” sin por ello dejar de hacer buena literatura- cuando empiezan a surgir las novelas que luego se convertirán en universales. Al modesto entender de quien esto escribe, Stevenson es un perfecto ejemplo de esa intersección, que tanto se dio en el siglo XIX, de literatura comercial y apta para todos los públicos, y, al mismo tiempo, arte con mayúsculas.
El post de hoy,es el largo ( no podía ser menos) prefacio de una corta serie de dos futuros posts de esta santa casa dedicados a La isla del tesoro, y, por supuesto, la inmortal y atemporal historia que cuenta El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde.
Lo más paradójico del caso es que, desde la temprana edad de 23, Tusitala convivió con la sombra de la muerte. Justo después de licenciarse brillantemente en Derecho por la universidad de Edimburgo ( carrera que jamás practicó) y pasar su examen de estado para poder ejercer, varios médicos de su ciudad natal convinieron en que la extrema gravedad de su tuberculosis le daba pocos meses de vida. Ante ese veredicto de muerte casi inmediata, fue probablemente como el buen hijo y brillante estudiante decidió que pasaría el resto de la -que esperaba como corta- existencia terrenal dedicándose a sus dos mayores pasiones viajar por el mundo...y escribir.
Robert Lewis Balfour Stevenson, nacido en Edimburgo el 13 de noviembre del año del señor de 1850, hijo de Thomas ingeniero, y Margaret, sus labores,… fue durante toda su vida prisionero de muchas cosas. En algunos casos, esas esclavitudes personales supusieron un estímulo para liberarse y despegar como un cohete, en otros, le acabaron llevando a la tumba…
Las enfermedades respiratorias ( diagnosticos erráticos nos hablan tanto de de tuberculosis,como de bronchiectasis o incluso sarcoidosis) le depararon una niñez en la que siempre estaba recluido en casa y en la cama. Si a eso le añadimos la influencia de su nanny , Alison Cunnigham, que constantemente le estaba leyendo cosas, desde la Biblia hasta las obras de John Bunyan … con pocas visitas infantiles, ….no le quedó otro remedio que el de ejercitar la imaginación para sobrellevar esas etapas de una existencia por completo anómala, cosa que a la larga le beneficiaría en su carrera de novelista.
Como ya he comentado, Stevenson se licenció brillantemente en Derecho, aunque su primera opción universitaria fuera la carrera profesional familiar, la ingeniería, que abandonó en primer curso. Justo es reconocer que aunque era un tipo brillantísimo fue también un estudiante con fama de golfo y crápula siendo sus juergas y sus borracheras mucho más frecuentes que lo que hubiera sido normal. La afición por el alcohol hasta extremos autodestructivos le perseguiría toda la vida …. hasta el punto que minutos antes de caer fulminado por el ataque de apoplejía que le condujo a la tumba, llevaba una botella de vino en su mano.
Así pues, a la edad de veintitrés años, en 1873, en ese momento clave de su vida en que queda deshauciado por los médicos, viaja a Francia y allí es donde conoce a la que será su compañera, Fanny Osbourne , una norteamericana trece años mayor que él, separada y madre de tres hijos, con la que contrae matrimonio el 19 de mayo de 1880.
La obra literaria de Stevenson había comenzado ya hacía algún tiempo –bien que con relatos de viajes y ensayos-, revelando en él a un escritor de gran sensibilidad creativa y ameno lenguaje apto para todos los públicos, pero es a raíz de su boda, -quizás debido a una orientación de su carrera a caminos más comerciales y “alimenticios” sin por ello dejar de hacer buena literatura- cuando empiezan a surgir las novelas que luego se convertirán en universales. Al modesto entender de quien esto escribe, Stevenson es un perfecto ejemplo de esa intersección, que tanto se dio en el siglo XIX, de literatura comercial y apta para todos los públicos, y, al mismo tiempo, arte con mayúsculas.
El post de hoy,es el largo ( no podía ser menos) prefacio de una corta serie de dos futuros posts de esta santa casa dedicados a La isla del tesoro, y, por supuesto, la inmortal y atemporal historia que cuenta El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde.